Por dónde no ir en el camino hacia la Agilidad y la Transformación Digital

Daniel Sachi
5 min readFeb 27, 2025

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Imagina que eres Alicia, pero en vez de caer por el agujero del conejo, caes en una reunión interminable donde hablan de “transformación digital”, “agilidad” y “cambio de mindset”.

Y, como Alicia, te preguntas: “¿Qué camino debo seguir para salir de aquí?”.

Bueno, el Gato de Cheshire (que en este caso sería un consultor de ROI Agile) te diría: “Eso depende en gran parte del sitio al que quieras llegar”.

Y si respondes, como Alicia, “No me importa mucho el sitio…”, el gato, con una sonrisa que se desvanece lentamente, te dirá: “Entonces tampoco importa mucho el camino que tomes”.

Y ahí está el problema, querido lector.

Muchas empresas quieren ser ágiles y digitales, pero no tienen ni idea de adónde quieren llegar.

Es como si decidieran subirse a un tren sin saber si va a París o a Sarajevo, y creo que sabes que no es lo mismo.

¿Qué es la agilidad y por qué debería importarte?

La agilidad no es solo una palabra bonita que suena bien en las presentaciones de PowerPoint.

Tampoco es hacer reuniones de pie (aunque, admitámoslo, eso ayuda a que no se alarguen tanto).

La agilidad es la capacidad de adaptarse rápidamente a los cambios, de aprender, de fallar rápido y de mejorar aún más rápido.

Es como ser un ninja corporativo, pero sin el traje negro (a menos que sea viernes de casual en la oficina).

Y aquí es donde entra la transformación digital.

No, no es solo comprar computadoras nuevas o contratar a un par de millennials que saben usar Instagram.

La transformación digital es usar la tecnología para mejorar procesos, productos y servicios, pero siempre con un propósito claro.

Es como cuando Galileo Galilei dijo:

“No se puede enseñar nada a un ser humano; solo se le puede ayudar a descubrirlo en su interior”.

Es decir, no se trata de imponer tecnología porque sí, sino de descubrir cómo puede ayudar a tu empresa a ser mejor.

¿Por qué algunas empresas fracasan en su intento de ser ágiles?

Ahora, hablemos de los elefantes en la habitación (o en la oficina).

Muchas empresas quieren ser ágiles, pero terminan haciendo lo mismo de siempre, pero más rápido, y, como decía un viejo profesor mío, “No se puede poner un sistema a lo que no está sistematizado, porque esto sólo acelera el desorden”.

Uno de los errores más comunes es pensar que la agilidad es solo para los equipos de TI, y esto no es así.

La agilidad es una mentalidad que debe impregnar toda la organización.

Desde el CEO hasta el becario que sabe hacer café perfecto (un arte subestimado, por cierto).

Si solo un departamento es ágil, el resto de la empresa seguirá siendo un elefante burocrático que se mueve a cámara lenta.

Otro error es no tener un propósito claro.

Como dijo Sócrates:

“No es la vida, sino la buena vida, lo que hay que valorar bien”.

Si no sabes por qué estás haciendo algo, es probable que termines haciendo algo que no vale la pena.

Y eso, querido lector, es perder el tiempo, el dinero y la paciencia de todos.

¿Cómo evitar convertirte en un cuento de terror corporativo?

Primero, define tu propósito.

¿Qué quieres lograr con la agilidad y la transformación digital? ¿Mejorar la experiencia del cliente? ¿Optimizar procesos? ¿Innovar en productos?

Sea lo que sea, asegúrate de que todos en la empresa lo sepan.

No es suficiente con que lo sepa el equipo directivo.

Si el becario del café no lo sabe, tienes un problema.

Segundo, empieza pequeño.

No intentes cambiar toda la empresa de golpe.

Es como intentar comerte una hamburguesa de un bocado: te vas a atragantar. Empieza con un proyecto piloto, aprende de los errores y escala gradualmente.

Tercero, involucra a todos.

La agilidad no es solo cosa de los jefes.

Como dijo Henri David Thoreau:

“No existe valor en la vida, salvo el que se elige dar”.

Si quieres que tu empresa sea ágil, dale valor a esto y que todos estén comprometidos, por supuesto, desde el CEO hasta el becario (sí, otra vez el becario, porque el café es importante).

Consejos para prevenir problemas con la transformación digital

1. Comunica, comunica y comunica.
No asumas que todos saben lo que está pasando.
Usa reuniones, correos, pizarras, humo de señales… lo que sea necesario.
Como nos gusta decir en ROI AgileHipercomunica”, aunque la palabra es de existencia dudosa, y los excesos no siempre son buenos, aunque si en este caso

2. Forma a tu equipo.
La agilidad no es intuitiva.
Invierte en formación y coaching.

3. Celebra los pequeños éxitos.
No esperes a tener el proyecto terminado para celebrar.
Cada paso cuenta.

4. Sé flexible.
La agilidad implica cambiar de rumbo cuando sea necesario.
No te aferres a un plan si no está funcionando.

5. Mide el progreso.

Usa métricas claras para saber si vas por buen camino.

5 preguntas para evaluar el estado del arte en tu organización

1. ¿Tenemos un propósito claro para nuestra transformación digital?
Si la respuesta es “sí, pero no lo recuerdo”, vuelve a empezar.

2. ¿Están todos los departamentos involucrados en el proceso?
Si solo el equipo de TI está emocionado, tienes un problema.

3. ¿Estamos midiendo el impacto de nuestros cambios?
Si no sabes si estás mejorando, es como conducir con los ojos cerrados.

4. ¿Tenemos una cultura que permite el error y el aprendizaje?
Si el miedo al fracaso paraliza a tu equipo, la agilidad será imposible.

5. ¿Estamos celebrando los pequeños éxitos?
Si no, es hora de empezar.
Y si no sabes cómo, el becario del café seguro tiene ideas.

Conclusión: El camino del corazón corporativo

Como dijo Carlos Castaneda:

“El camino del corazón no es una ruta de introspección incesante o de vuelos místicos, sino un camino de estar en el mundo experimentando sus dichas y penas”.

Lo mismo aplica para la agilidad y la transformación digital.

No se trata de teorías abstractas, sino de acciones concretas, de aprender, de adaptarse y, sobre todo, de tener un propósito claro.

Así que, querido lector, la próxima vez que te pregunten “¿Qué camino debo seguir?”, asegúrate de saber adónde quieres llegar.

Y si no lo sabes, tal vez sea hora de tomar un café (preferiblemente hecho por el becario) y pensarlo bien.

Porque, como dijo Ayn Rand:

“La felicidad es aquel estado de conciencia que procede del cumplimiento de los valores propios”.

Y en el mundo empresarial, la felicidad (y el éxito) proceden de saber adónde vas y cómo vas a llegar.

¡Buena suerte en tu viaje por el país de las maravillas corporativas!

Y recuerda: si te pierdes, siempre puedes preguntarle al gato.

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ROI Agile International CEO, Enterprise director, Coach, Lecturer, Instructor, Project, Program and Portfolio Manager, Agile Coach

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